Debe el hombre,
antes de elegir la profesión o el sendero
al cual dedicar su vida adulta,
“consultar profundamente su Ser”.

“ C A M I N O S “

La intención, el pensamiento y la acción.

Debe el hombre

“Ser Uno con su Ser Interior”

y con su mente.

Nada hay más separado de la paz del hogar interior,

que un ser cuyo pensamiento desdiga su razón,

y su razón desdiga su acción.

“Han de ir siempre
la intención, el pensamiento y la acción
por el mismo sendero”

Pues:

¿Quién puede avanzar
si su intención es llegar a su hogar,
mientras su pensamiento está dirigido hacia otro lugar…

y sus pies marchan
en sentido contrario a los otros dos destinos?

¿Puede este ser llegar a algún lugar?

Yo te aseguro que ni siquiera puede dar un paso.

Es por esto, que hoy te digo
que debes seguir solo el sendero en el cual
tu intención, tu pensamiento y tu acción…

vayan en el mismo sentido,
en la misma dirección
y en el mismo tiempo.

Está escrito:

Que aquel cuyos pies
van en dirección contraria a su corazón,
jamás llegará a lugar alguno.

Y también se ha dicho que:

Lleva el hombre en su interior
una Luz maravillosa,
que ilumina su sendero
aùn en la más oscura de las noches,
si éste
es el sendero indicado por el corazón del hombre.

Esto no significa otra cosa,
que es la vía que transita
los pasos del hombre,
que va en pos de la realización
de su misión de vida y su evolución.

Y nadie hay en toda la tierra
que pueda decir que ha alcanzado su evolución
al ir en sentido distinto a aquel
que su esencia ha escogido como vía de evolución.

“Es por esto

que nadie debe tratar de imitar el paso del otro”

Antes bien,
debe cada hombre transitar su vía,
según el ritmo y el paso que su propio ser le marque…

Portando aquello
que su ser interior indique que ha de llevar,
pues nada de lo que no necesite en realidad
le será de utilidad, ni de permanencia
en el sendero evolutivo por el que marcha.

Así pues,
si vuestra vida es vida de maestro
y de esta forma cumplís
con el sendero evolutivo que habéis elegido,
preparad vuestras alforjas
para llevar en ellas las plumas y los escritos
que siempre irán con vosotros
para hacer más fácil la tarea
que vuestra misión debe completar.

Y si es vuestra misión, misión de madre,
preparad vuestras alforjas para que llevéis en ellas
los pañales y las lanillas que necesitaréis.

Pero si os empeñáis en ser maestros
y llevar instrumentos de copista,
no desarrollaréis cabalmente ni una cosa ni la otra.

Por eso debe el hombre,
antes de elegir la profesión o el sendero
al cual dedicar su vida adulta,
“consultar profundamente su Ser”.

Y allí,
a la luz de su hogar interior,
mirar sin temor alguno a su propio Ser,
y luego de interrogar su esencia y aceptar su camino,
emprender sin temor el mismo
y la misión que debe llevarle a su evolución.

Mas debe evitar el hombre caminar múltiples sendas
por temor a hallar la vía real de su evolución,
pues de esta forma solo detiene su senda de vida
y dificulta su misión.

“Debe por lo tanto el hombre
estar en íntima comunicación con su ser interior…
y no ir en contra de lo que su camino indica”.

¿Habéis pensado muchas veces
en lo que es realmente la locura,
y cuantas veces os habéis detenido para preguntaros…
si vais por el camino de la locura?

Pero está escrito:

“Solo está loco aquel
que trata de torcer su paso,
por un camino contrario
al que le dicta su evolución interior”.

Cuentan de un sabio
que una mañana despertó a su aldea
gritando fuertemente
que unas serpientes le atacaban
y le obligaban a quedarse,
cuando sus pies pugnaban por ir a otros lugares.

Y la aldea toda lloró,
hablaron de espíritus inmundos,
de maldiciones y de embrujos.

Pero una tarde se acercó a él una mujer pobre,
que llevaba a su lado un niño enfermo…
y al ver al sabio gritar y retorcerse agobiado por las invisibles serpientes,

le dijo algo al oído y al instante el hombre dejó de sufrir.

Los aldeanos al ver aquello se acercaron a la mujer y le preguntaron que había dicho…

Y ella les dijo:

Solo le susurré que las serpientes atacaban
al sabio que quería quedarse en este lugar,
pero que no seguirían al hombre sencillo que deseaba partir.

Al instante
la pregunta que asfixiaba al sabio se respondió
y él,
abandonando ya la idea de ser el sabio de esa aldea,
tomó el camino del hombre sencillo
que era esperado en algún otro lugar.

“Y en ese momento su locura cesó”.

“Y es que el sufrimiento del hombre
nace del querer ser lo que no es”.

Se alimenta con desear tener lo que no posee aun
y asfixia la garganta del que desea inútilmente
lo que en su camino aún no está.

Es el deseo del hombre su más grande dolor.

Es su ambición y necesidad de reconocimiento,
lo que ahuyenta el descanso de sus noches y la risa de su cara.

“No debe el hombre conformarse
con lo que posee sin esforzarse”.

Antes bien,
si es legitima su ambición y real su necesidad,
ha de trabajar con la finalidad de poder obtener
lo que su ser interior le indica
que es de real necesidad para él.

Pero si su ambición no es legítima,
su deseo es más envidia
y máscara antes los ojos de los otros…
el trabajo se torna en obligación pesada y terrible
y el objeto de ese deseo se aleja siempre más y más.

Está escrito:

Que el hombre ha de respetar a su ser,
ha de amar a su ser

y al de sus hermanos sin temor al
“no-reconocimiento”.

Es por eso que ha de cuidar de sí mismo
y mantener el dulce vehículo que le contiene

aseado, hermoso y saludable.

No copiando modelos de los otros que a su lado pasen,
sino más bien con la real dedicación

que su ser interior le muestre a sí mismo.

Debe el hombre cesar en su pretensión de ser el otro
y más bien “aceptar” profundamente la dualidad

que a sí mismo le ha sido otorgada.

Debe el hombre al amanecer dedicar su primer momento
al confort de su cuerpo y de su mente,
disipando con dulzura el recuerdo triste

que del día anterior pudiera quedar.

Luego debe el hombre emprender su faena con alegría,
pues ha sido merecedor de un nuevo día.

Esto es gran tesoro
para el que en el camino de su evolución transita.

Debe el hombre ser amable con sus hermanos
y cuidar su cuerpo de brusquedad
contra el cuerpo de los demás.

Debe cuidar su lengua de lenguaje brusco
contra sí mismo y contra los demás
y cuidar su limpieza y su salud
pues ambas caminan de la mano.

Un ser humano que inicia su jornada diaria,
se debe en primer lugar a sí mismo.

Es por esto,
que debe iniciar su día
agradeciendo la dádiva de este nuevo amanecer.

En segundo lugar,
se debe a aquellos que ha llamado los suyos,
sentir en su corazón
la luz inmensa del amor que a ellos le une
y agradecer grandemente su presencia en su vida.

En tercer lugar,
e inmensamente,
se debe el hombre a sus hermanos y a su tierra.

Debe emprender cada día
con la real disposición de hacer de él,
día de gloria y ventura para la tierra,
pues de ser así,
lo será también para él y para los suyos.

Cuídese el hombre del olvido del agradecimiento,
pues de ser así convertirá sus días en días de repetición
y no verá la gloria del Sol,
ni el amor de los suyos,
ni la inmensidad de la tierra.

Es por esto,
que en el amanecer del hombre,
existen dos mandamientos que debe conservar
hacer suyos en cada identidad
y en cada senda que su senda evolutiva lleve:

El mandamiento del amor hacia él,
los suyos,
sus hermanos
y su tierra.

Y el mandamiento de la gratitud
hacia el tiempo dichoso
que aun en la más oscura de las adversidades
le ha premiado con un nuevo día.

Ha de cuidarse el hombre de despreciar la vida,
pues ésta es don maravilloso y corto
que se otorga a cada identidad para su crecimiento.

Debe cuidarse el hombre de dirigir reproches al Padre
insultándole por la vida que le ha tocado vivir,
o los días que ha pasado sobre la tierra.

No porque el Padre pueda resultar herido
por las palabras del hombre,

sino porque al hacerlo,
baja su nivel de energía, se hace daño a sí mismo
y por lo tanto a sus hermanos.

Por eso,
cuando la adversidad se haga presente,
más debe el hombre empeñarse en su faena
con amor y agradecimiento,
pues es necesario mantener encendida
la lámpara de la gratitud
que se alimenta con el aceite del amor…
para poder emprender nuevamente
la senda que su evolución necesaria
le haya trazado…

Si está en su senda de vida previamente aceptada,
la vía le llevará seguramente hacia el amanecer,
más allá de la adversidad.

Y si no…
le llevará amorosamente hacia su nueva identidad
sin que las heridas del deseo
de la palabra airada o de la energía disminuida,
puedan enturbiar innecesariamente
el momento de partida hacia la nueva identidad.

Maestro

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