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SEMANA 39- EJERCICIOS 267 AL 273

Imagen Curso de Milagros

Un Curso de Milagros- Ejercicios

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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SEMANA 39 – EJERCICIOS DEL 267 AL 273


LECCIÓN 267
Mi corazón late en la paz de Dios.
1. Lo que me rodea es la vida que Dios creó en Su Amor. 2Me llama con cada latido y con cada aliento; con cada acción y con cada pensamiento. 3La paz llena mi corazón e inunda mi cuerpo con el propósito del perdón. 4Ahora mi mente ha sanado, y se me concede todo lo que necesito para salvar al mundo. 5Cada latido de mi corazón me inunda de paz; cada aliento me infunde fuerza. 6Soy un mensajero de Dios, guiado por Su Voz, apoyado por Su amor y amparado eternamente en la quietud y en la paz de Sus amorosos Brazos. 7Cada latido de mi corazón invoca Su Nombre, y cada uno es contestado por Su Voz, que me asegura que en Él estoy en mi hogar.
2. Que preste atención sólo a Tu Respuesta, no a la mía. 2Padre, mi corazón late en la paz que el Corazón del Amor creó. 3Y es ahí y sólo ahí donde estoy en mi hogar.

LECCIÓN 268
Que todas las cosas sean exactamente como son.
1. No permitas que hoy sea Tu crítico, Señor, ni que juzgue contra Ti. 2No permitas que interfiera en Tu creación, desfigurándola y convirtién­dola en formas enfermizas. 3Permítaseme estar dispuesto a no atacar su unidad imponiéndole mis deseos, y así dejarla ser tal como Tú la creaste. 4Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal como Tú lo creaste. 5Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar para siempre. 6¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son?
2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que nuestros oídos no hagan caso de las malas lenguas. 2Sólo la realidad está libre de dolor. 3Sólo en la realidad no se experimentan pérdidas. 4Sólo la realidad ofrece completa seguridad. 5Y esto es lo único que bus­camos hoy.

LECCIÓN 269
Mi vista va en busca de la faz de Cristo.
1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.
2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.

LECCIÓN 270
Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.
1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! 3No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.
2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.

6. ¿Qué es el Cristo?
1. Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. 2Cristo es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. 3Es el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente. 4No ha abandonado Su santo hogar ni ha perdido la ino­cencia en la que fue creado. 5Mora inmutable para siempre en la Mente de Dios.
2. Cristo es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y la garantía de que la separación no es más que una ilusión de desesperanza, pues toda esperanza morará por siempre en Él. 2Tu mente es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. 3Él es la parte en la que se encuentra la Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las decisiones y a los sueños les ha llegado su fin. 4Nada que los ojos del cuerpo puedan percibir lo afecta en absoluto. 5Pues aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su Padre, no conoce el pecado.
3. Al ser el hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto única­mente en Dios, Cristo permanece en paz en el Cielo de tu mente santa. 2Él es la única parte de ti que en verdad es real. 3Lo demás son sueños. 4Mas éstos se le entregarán a Cristo, para que se des­vanezcan ante Su gloria y pueda por fin serte revelado tu santo Ser, el Cristo.
4. El Espíritu Santo se extiende desde el Cristo en ti hasta todos tus sueños, y los invita a venir hasta Él para que puedan ser transformados en la verdad. 2Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 3Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada, uno de los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas sepa­radas cuando lo único que se puede ver es la faz de Cristo?
5. ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más que el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcan­zado? 2Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. 3Al contemplar Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el Cristo que Dios creó como Su Hijo.

LECCIÓN 271
Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.
1. Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contem­plar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí. 2Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios. 3En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece. 4La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.
2. Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. 2Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. 3Y eso es lo que elijo contem­plar hoy.

LECCIÓN 272
¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?
1. Padre, la verdad me pertenece. 2Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. 3¿Podrían contentarme los sueños? 4¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? 5¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? 6No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. 7Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. 8El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste.
2. Hoy dejamos atrás las ilusiones. 2Y si oímos a la tentación lla­marnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos ele­gir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. aY el amor reemplazará gustosamente todo temor.

LECCIÓN 273
Mía es la quietud de la paz de Dios.
1. Tal vez estemos ahora listos para pasar un día en perfecta calma. 2Sl esto no fuese posible todavía, nos contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos, con poder aprender cómo es posible pasar un día así. 3Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. 4Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza: «Mía es la quie­tud de la paz de Dios», y nada podrá venir a perturbar la paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo.
2. Padre, Tu paz me pertenece. 2¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? 3No puedo perder los dones que Tú me has dado. 4Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo, en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.

Un Curso de Milagros-Manual para el Maestro

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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Capítulo 10

¿CÓMO SE DEJA DE JUZGAR?

1. Los juicios, al igual que los demás mecanismos mediante los cuales se mantiene vigente el mundo de las ilusiones, es algo que el mundo no entiende en absoluto. 2De hecho, se les confunde con la sabiduría y se usan como sustituto de la verdad. 3TaI como el mundo usa el término, un individuo es capaz de tener «buen» juicio o «mal» juicio, y su educación tiene como objeto reforzar el primero y minimizar el segundo. 4Existe, no obstante, una gran confusión con respecto a lo que significan estas catego­rías. 5Lo que es «buen» juicio para uno, es «malo» para otro. 6Lo que es más, una misma persona puede clasificar la misma acción como muestra de «buen» juicio en una ocasión y de «mal» juicio en otra. 7Tampoco puede enseñarse realmente un criterio consis­tente para determinar lo que son estas categorías. 8En cualquier momento, el estudiante puede estar en desacuerdo con lo que su supuesto maestro dice acerca de ellas, o el maestro mismo puede ser inconsistente en lo que cree. 9″Buen» juicio, en este contexto, no significa nada. 10″Mal» juicio tampoco.
2. Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe juzgar, sino de que no puede. 2Al renunciar a los juicios, renuncia simplemente a lo que nunca tuvo. 3Renuncia a una ilu­sión; o mejor dicho, tiene la ilusión de renunciar a algo. 4En reali­dad, simplemente se ha vuelto más honesto. 5AI reconocer que nunca le fue posible juzgar, deja de intentarlo. 6Esto no es un sacrificio. 7Por el contrario, se pone en una posición en la que el juicio puede tener lugar a través de él en lugar de ser algo que él emite por su cuenta. 8Y este juicio no es ni «bueno» ni «malo». 9Es el único juicio que existe, y es sólo uno: «El Hijo de Dios es ino­cente y el pecado no existe».
3. El objetivo de nuestro programa, a diferencia del objetivo del aprendizaje del mundo, es el reconocimiento de que juzgar, en el sentido usual, es imposible. 2Esto no es una opinión sino un hecho. 3Para poder juzgar cualquier cosa correctamente, uno ten­dría que ser consciente de una gama inconcebiblemente vasta de cosas pasadas, presentes y por venir. 4Uno tendría que reconocer de antemano todos los efectos que sus juicios podrían tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas en ellos. 5Y tendría que estar seguro de que no hay distorsión alguna en su percepción, para que sus juicios fuesen completamente justos con todos sobre los que han de recaer ahora o sobre los que hayan de recaer en el futuro. 6¿Quién puede hacer eso? 7¿Quién, excepto en delirios de grandeza, pre­tendería ser capaz de todo esto?
4. ¿Recuerdas cuántas veces pensaste que estabas al tanto de todos los «hechos». que necesitabas para juzgar algo y cuán equi­vocado estabas? 2¿Quién no ha tenido esta experiencia? 3¿Tienes idea de cuántas veces pensaste que tenías razón, sin jamás darte cuenta de que estabas equivocado? 4¿Por qué habrías de querer usar una base tan arbitraria para tomar tus decisiones? 5Formar juicios no es muestra de sabiduría; la renuncia a todo juicio lo es. 6Forma, pues, un solo juicio más. 7Y es éste: hay Alguien a tu lado Cuyo juicio es perfecto. 8Él conoce todos los hechos, pasados, pre­sentes y por venir. 9Conoce los efectos que Sus juicios han de tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas. 10Y Él es absolutamente justo con todos, pues en Su percepción no hay distorsiones.
5. Abandona, por lo tanto, todo juicio, no con pesar sino con un suspiro de gratitud. 2Ahora estás libre de una carga tan pesada, que sólo podría haberte hecho tambalear y caer debajo de ella. 3Y todo era una ilusión. 4Nada más. 5Ahora el maestro de Dios puede levantarse aliviado y marchar hacia adelante con paso ligero. 6Mas éste no es su único beneficio. 7Su sensación de preocupación ha desaparecido, pues no tiene ninguna razón para ello. 8La ha abandonado, junto con sus juicios. 9Se entregó a Aquel en Cuyo juicio ha elegido ahora confiar, en lugar del suyo propio. 10Ya no comete errores. 11Su Guía es infalible. 12Y donde vino a juzgar, ahora va a bendecir. 13Donde ahora ríe, antes venía a llorar.
6. No es difícil renunciar a los juicios. 2Lo que sí es difícil es afe­rrarse a ellos. 3El maestro de Dios los abandona gustosamente en el instante en que reconoce su costo. 4Toda la fealdad que ve a su alrededor es el resultado de ellos, 5al igual que todo el dolor que contempla. 6De los juicios se deriva toda soledad y sensación de pérdida; el paso del tiempo y el creciente desaliento; la desespe­ración enfermiza y el miedo a la muerte. 7Y ahora, el maestro de Dios sabe que todas esas cosas no tienen razón de ser. 8Ni una sola es verdad. 9Habiendo abandonado su causa, todas ellas se desprenden de él, ya que nunca fueron sino los efectos de su elección equivocada. 10Maestro de Dios, este paso te brindará paz. 11¿Cómo iba a ser difícil anhelar sólo esto?

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