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SEMANA 46- EJERCICIOS 316 AL 322

Imagen Curso de Milagros

Un Curso de Milagros- Ejercicios

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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SEMANA 46 – EJERCICIOS DEL 316 AL 322


LECCIÓN 316
Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.
1. Del mismo modo en que cada uno de los regalos que mis her­manos hacen me pertenece, así también cada regalo que yo hago me pertenece a mí. 2Cada uno de ellos permite que un error pasado desaparezca sin dejar sombra alguna en la santa mente que mi Padre ama. 3Su gracia se me concede con cada regalo que cualquier hermano haya recibido desde los orígenes del tiempo, y más allá del tiempo también. 4Mis arcas están llenas, y los ánge­les vigilan sus puertas abiertas para que ni un solo regalo se pierda, y sólo se puedan añadir más. 5Déjame llegar allí donde se encuentran mis tesoros, y entrar a donde en verdad soy bienve­nido y donde estoy en mi casa, rodeado de los regalos que Dios me ha dado.
2. Padre, hoy quiero aceptar Tus regalos. 2No los reconozco. 3Mas confío en que Tú que me los diste, me proporcionarás los medios para poder contemplarlos, ver su valor y estimarlos como lo único que deseo.

LECCIÓN 317
Sigo el camino que se me ha señalado.
1. Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar. 2La salvación espera hasta que yo elija asu­mir ese papel como mi único objetivo. 3Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. 4Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos.
2. Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy. 2Allí donde me conduce, es adonde elijo ir, y lo que quiere que haga, es lo que elijo hacer. 3Tu camino es seguro y el final está garantizado. 4Allí me aguarda Tu recuerdo. 5Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos.

LECCIÓN 318
Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.
1. En mí -el santo Hijo de Dios-se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo. 2¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo pro­pósito y una misma meta? 3¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor o menor importancia que los demás? 4Yo soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impeca­bilidad que Dios ubicó en mí. 5Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. 6Soy el objetivo que el mundo anda buscando. 7Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. 8Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.
2. Permíteme hoy, Padre mío, asumir el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. 2Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti.

LECCIÓN 319
Vine a salvar al mundo.
1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. 2Pues la arrogancia se opone a la verdad. 3Mas cuando la arrogancia desaparece, la ver­dad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. 4Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y res­trictivos. 5El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. 6La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.
2. Padre, Tu Voluntad es total. 2Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. 3¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? 4¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?

LECCIÓN 320
Mi Padre me da todo poder.
1. El Hijo de Dios no tiene límites. 2Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que su Padre lo dotó en su creación. 3Lo que dispone con su Creador y Reden­tor se hace. 4Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente, y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. 5Yo soy aquel a quien todo esto se le da. 6Yo soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.
2. Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. 2Tu Voluntad no tiene límites. 3Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.

11. ¿Qué es la creación?
1. La creación es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en ninguna parte. 2Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. 3Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. 4Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. 5Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado.
2. Los Pensamientos de Dios poseen todo el poder de su Creador. 2Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. 3Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no puede sino com­partir con su Padre el poder de crear. 4Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo.
3. La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la ver­dad. 2La creación es el santo Hijo de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer que cada parte contenga la Totalidad. 3La inviolabilidad de su unicidad está garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.
4. Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. 2Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él. 3Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, 4pues el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. 5El recuerdo de Dios se encuentra en nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su Creador. 6Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.
5. Nuestro Padre nos llama. 2Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya san­tidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.

LECCIÓN 321
Padre, mi libertad reside únicamente en Ti.
1. No entendía lo que me podía hacer libre, ni lo que era mi libertad o adónde ir a buscarla. 2Y así, Padre, busqué en vano hasta que oí Tu Voz dirigiéndome. 3Ahora ya no deseo seguir siendo mi propio guía. 4Pues la manera de encontrar mi libertad no es algo que yo haya ideado o que comprenda. 5Pero confió en Ti. 6Y me mantendré consciente de Ti que me dotaste con mi libertad por ser Tu santo Hijo. 7Tu Voz me dirige, y veo que el camino que conduce hasta Ti por fin está libre y despejado. 8Padre, mi libertad reside únicamente en Ti. 9Padre, mi voluntad es regresar.
2. Hoy respondemos por el mundo, el cual será liberado junto con nosotros. 2¡Qué alegría encontrar nuestra libertad por el ine­quívoco camino que nuestro Padre ha señalado! 3¡Y cuán segura es la salvación de todo el mundo cuando nos damos cuenta de que sólo en Dios podemos encontrar nuestra libertad!

LECCIÓN 322
Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.
1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. 2Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocul­tar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entre­garme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. 3En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo. 4Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.
2. Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. 2Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. 3Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. 4Lo que Tú no has dado es irreal. 5¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?

Un Curso de Milagros-Manual para el Maestro

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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Capítulo 20

¿QUÉ ES LA PAZ DE DIOS?

1. Se ha dicho que hay una paz que no es de este mundo. 2¿Cómo se puede reconocer? 3¿Cómo se puede encontrar? 4Y una vez que se encuentra, ¿cómo se puede conservar? 5Consideremos cada una de estas preguntas por separado, ya que cada una refleja un paso diferente en el camino.
2. Examinemos la primera: ¿cómo se puede reconocer la paz de Dios? 2La paz de Dios se reconoce al principio sólo por una cosa: desde cualquier punto de vista es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia previa. 3No trae a la mente nada que haya sucedido antes. 4No evoca nada que se pueda asociar con el pasado. 5Es algo completamente nuevo. 6Existe cierta­mente un contraste entre esta experiencia y cualquier experiencia del pasado. 7Pero curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. 8El pasado sencillamente se desva­nece, y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar. 9Eso es todo. 10El contraste que se había percibido al principio sencillamente desa­parece. 11La quietud se ha extendido para cubrirlo todo.
3. ¿Cómo se encuentra esta quietud? 2Nadie que busque única­mente sus condiciones puede dejar de encontrarla. 3La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. 4Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la irá está justificada, proclama que la paz es una insensatez, y no podrá por menos que creer que no existe. 5En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. 6El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. 7Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz. 8Pues, ¿qué otra cosa sino el ataque conduce a la guerra? 9¿Y qué otra cosa sino la paz es lo opuesto a la guerra? 10Aquí el contraste inicial resalta de una manera clara y evidente. 11Cuando se halla la paz, no obstante, la guerra deja de tener sentido. 12Y ahora es el conflicto el que se percibe como inexistente e irreal.
4. ¿Cómo se conserva la paz de Dios una vez que se ha encon­trado? 2Si la ira retorna, en la forma que sea, el pesado telón volverá a caer una vez más y la creencia de que no es posible que haya paz inevitablemente regresará. 3La guerra se volverá a acep­tar una vez más como la única realidad. 4Y ahora tendrás que deponer tu espada nuevamente, aunque no te hayas dado cuenta de que la habías vuelto a blandir. 5Pero al recordar, aunque sólo sea vagamente, cuán feliz eras sin ella, te darás cuenta de que debiste haberla vuelto a blandir para defenderte. 6Detente enton­ces por un momento y piensa en lo siguiente: ¿prefieres el con­flicto o sería la paz de Dios una opción mejor? 7¿Cuál te aporta más? 8Una mente tranquila no es un regalo baladí. 9¿No es prefe­rible vivir a elegir la muerte?
5. Vivir es júbilo, pero la muerte no es sino llanto. 2Ves en la muerte tu escapatoria de lo que has hecho. 2Pero lo que no ves es que tú mismo inventaste la muerte, la cual no es más que la ilu­sión de un final. 4La muerte no puede ser una escapatoria porque el problema no radica en la vida. 5La vida no tiene opuesto, pues es Dios. 6La vida parece ser lo opuesto a la muerte porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida. 7Perdona al mundo y comprenderás que nada que Dios creó puede tener fin, y que nada que Él no haya creado es real. 8Con esta frase se resume nuestro curso. 9Con esta frase se le da a nuestras prácticas el único objetivo que tienen. 10Con esta frase se describe el pro­grama de estudios del Espíritu Santo exactamente como es.
6. ¿Qué es la paz de Dios? 2La paz de Dios no es más que esto: el simple entendimiento de que Su Voluntad no tiene ningún opuesto. 3Ningún pensamiento que contradiga Su Voluntad puede ser verdadero. 4El contraste entre Su Voluntad y la tuya tan sólo daba la impresión de ser real. 5En realidad no había conflicto, pues Su Voluntad es la tuya. 6Ahora la poderosa Voluntad de Dios Mismo es Su regalo para ti. 7Él no desea quedarse con Ella sólo para Sí. 8¿Por qué querrías mantener tus insignificantes y frágiles alucinaciones ocultas de Él? 9La Voluntad de Dios es una y es lo único que existe. 10Ése es tu patrimonio. 11Todo el universo que se encuentra más allá del sol y las estrellas, así como de todos los pensamientos que puedas concebir, te pertenece. 12La paz de Dios es la condición para que se haga Su Voluntad. 13Alcanza Su paz, y le recordarás.

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Capítulo 21

¿QUÉ PAPEL JUEGAN LAS PALABRAS EN EL PROCESO DE CURACIÓN?

1. Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación. 2El factor motivante es la oración o petición. 3Recibes lo que pides. 4Pero esto se refiere a la oración del corazón, no a las palabras que usas al orar. 5A veces las pala­bras y la oración se contradicen entre sí; otras veces coinciden. 6Eso no importa. 7Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación. 8Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión, o al menos el control, de los pensamientos foráneos. 9No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. 10Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.
2. En cuanto que símbolos, las palabras tienen connotaciones muy específicas. 2Aun en el caso de las que parecen ser más abs­tractas, la imagen que evocan en la mente tiende a ser muy con­creta. 3A menos que una palabra suscite en la mente una imagen concreta en relación con dicha palabra, ésta tendrá muy poco o ningún significado práctico, y, por lo tanto, no supondrá ninguna ayuda en el proceso de curación. 4La oración del corazón no pide realmente cosas concretas. 5Lo que pide es siempre alguna clase de experiencia, y las cosas que específicamente pide son las por­tadoras de la experiencia deseada en opinión del peticionario. 6Las palabras, por consiguiente, son símbolos de las cosas que se piden, pero las cosas en sí no son sino la representación de las experiencias que se anhelan.
3. La oración que pide cosas de este mundo dará lugar a expe­riencias de este mundo. 2Si la oración del corazón pide eso, eso es lo que se le dará porque eso es lo que recibirá. 3Es imposible entonces que en la percepción del que pide, la oración del cora­zón no reciba respuesta. 4Si pide lo imposible, si desea lo que no existe o si lo que busca en su corazón son ilusiones, eso es lo que tendrá. 5El poder de su decisión se lo ofrece tal como él lo pide. 6En esto estriba el Cielo o el infierno. 7Al Hijo durmiente de Dios sólo le queda este poder. 8Pero es suficiente. 9Las palabras que emplea son irrelevantes. 10Sólo la Palabra de Dios tiene sentido, ya que simboliza aquello que no corresponde a ningún símbolo humano. 11Sólo el Espíritu Santo comprende lo que esa Palabra representa. 12Y eso, también, es suficiente.
4. ¿Debe evitar, entonces, el maestro de Dios el uso de las palabras cuando enseña? 2¡Por supuesto que no! 3Son muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de las palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio. 4No obstante, el maestro de Dios debe aprender a utilizar las palabras de otra manera. 5Poco a poco aprenderá a dejar que las palabras le sean inspiradas, a medida que deje de decidir por sí mismo lo que tiene que decir. 6Este proceso no es más que un caso especial de la lección del libro de ejercicios que reza: «Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino». 7El maestro de Dios acepta las palabras que se le ofre­cen y las expresa tal como las recibe. 8No controla lo que dice. 9Simplemente escucha, oye y habla.
5. Uno de los mayores obstáculos con los que el maestro de Dios se topa en esta fase de su aprendizaje, es su temor con respecto a la validez de lo que oye. 2Y en efecto, lo que oye puede ser muy sorprendente. 3Puede que también le parezca que no tiene nada que ver con el problema en cuestión tal como él lo percibe, y puede incluso poner al maestro en una situación que a él le puede parecer muy embarazosa. 4Todas estas cosas no son más que jui­cios sin ningún valor. 5Son sus propios juicios, procedentes de una penosa percepción de sí mismo que le convendría abandonar. 6No juzgues las palabras que te vengan a la mente, sino que, por el contrario, ofrécelas lleno de confianza. 7Son mucho más sabias que las tuyas. 8Detrás de los símbolos que usan los maestros de Dios se encuentra la Palabra de Dios. 9Y Él Mismo imbuye las palabras que ellos usan con el poder de Su Espíritu, y las eleva de meros símbolos a la Llamada del Cielo en sí.

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