← Volver al Índice del Curso

SEMANA 47- EJERCICIOS 323 AL 329

Imagen Curso de Milagros

Un Curso de Milagros- Ejercicios

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

Descargar las lecciones en Pdf

boton-descargar

SEMANA 47 – EJERCICIOS DEL 323 AL 329


LECCIÓN 323
Gustosamente «sacrifico» el miedo.
1. He aquí el único «sacrificio» que le pides a Tu Hijo bienamado: que abandone todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que deje que Tu Amor entre a raudales a su conciencia, sanándolo del dolor y otorgándole Tu Propia dicha eterna. 2Tal es el «sacrificio» que me pides y que yo me impongo gustosamente: el único «costo» que supone reinstaurar en mí Tu recuerdo para la sal­vación del mundo.
2. Y al saldar la deuda que tenemos con la verdad -una deuda que consiste sencillamente en abandonar los auto-engaños y las imágenes que venerábamos falsamente- , la verdad regresa ínte­gra y llena de júbilo a nosotros. 2Ya no nos engañamos. 3El amor ha regresado a nuestra conciencia. 4Y ahora estamos en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el amor.

LECCIÓN 324
No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.
1. Padre, Tú eres Quien me dio el plan para mi salvación. 2Eres asi­mismo Quien determinó el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado. 3No puedo per­derme. 4Tan sólo puedo elegir desviarme por un tiempo, y luego volver. 5Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino. 6Mis hermanos pueden seguir el camino por el que les dirijo. 7Mas yo simplemente recorreré el caminó que conduce a Ti, tal como Tú me indiques y quieras que yo haga.
2. Sigamos, por lo tanto, a Uno que conoce el camino. 2No tene­mos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante. 3Caminamos juntos, pues le segui­mos. 4Y es Él Quien hace que el final sea seguro y Quien garan­tiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar.

LECCIÓN 325
Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.
1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5y de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.
2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.

LECCIÓN 326
He de ser por siempre un Efecto de Dios.
1. Padre, fui creado en Tu Mente, como un Pensamiento santo que nunca abandonó su hogar. 2He de ser por siempre Tu Efecto, y Tú por siempre y para siempre, mi Causa. 3Sigo siendo tal como Tú me creaste. 4Todavía me encuentro allí donde me pusiste. 5Y todos Tus atributos se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. 6Que tome con­ciencia de que soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear que Tú. 7Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. 8Sigo Tu plan aquí, y sé que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor, donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán llenos de gloria como el Hijo de Dios.
2. Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvane­cerse completamente en la santa Voluntad de Dios.

LECCIÓN 327
No necesito más que llamar y Tú me contestarás.
1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.
2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convic­ción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.

LECCIÓN 328
Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.
1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.
2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí.

LECCIÓN 329
He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.
1. Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra volun­tad más poderosa que la Tuya. 2En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. 3Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. 4Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. 5Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. 6Esa decisión se tomó para siempre. 7No puede cambiar ni oponerse a sí misma. 8Padre, mi voluntad es la Tuya. 9Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha intermina­ble porque así lo dispone Tu Voluntad.
2. Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. 2No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. 3A través de Ella reconocemos que somos uno solo. 4A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.

Un Curso de Milagros-Manual para el Maestro

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

Descargar Capítulo 22 en Pdf

boton-descargar

Capítulo 22

¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LA CURACIÓN Y LA EXPIACIÓN?

1. La curación y la Expiación no están relacionadas: son lo mismo. 2No hay grados de dificultad en los milagros porque no hay gra­dos de Expiación. 3Éste es el único concepto total que es posible en este mundo porque es la fuente de una percepción completamente unificada. 4La idea de una Expiación parcial no tiene sentido, del mismo modo como es imposible que haya ciertas áreas en el Cielo reservadas para el infierno. 5Acepta la Expiación y te curarás. 6La Expiación es la Palabra de Dios. 7Acepta Su Palabra, y ya no que­dará nada que pueda dar lugar a la enfermedad. 7Acepta Su Pala­bra y todo milagro se habrá realizado. 9Perdonar es curar. 10El maestro de Dios ha decidido que aceptar la Expiación para sí mismo es su única función. 11¿Qué puede haber, entonces, que él no pueda curar? 12¿Qué milagro se le podría negar?
2. El progreso del maestro de Dios puede ser lento o rápido, dependiendo de si reconoce la naturaleza inclusiva de la Expia­ción, o de si, por un algún tiempo, excluye de ella ciertas áreas problemáticas. 2En algunos casos se alcanza una súbita y total conciencia de cuán perfectamente aplicable es la lección de la Expiación a todas las situaciones, mas esos casos son relativa­mente raros. 3El maestro de Dios puede haber aceptado la función que Dios le ha encomendado mucho antes de haber comprendido todo lo que esa aceptación le aportaría. 4Sólo el final es seguro. 5En cualquier momento a lo largo de su camino puede alcanzar el entendimiento necesario de lo que significa la total inclusión. 6Si el camino le parece largo, que no se desanime. 7Ya ha decidido qué rumbo quiere tomar. 8Eso fue lo único que se le pidió. 9Y habiendo cumplido con lo requerido, ¿le negaría Dios lo demás?
3. Para que el maestro de Dios progrese, necesita comprender que perdonar es curar. 2La idea de que el cuerpo puede enfermar es uno de los conceptos fundamentales del sistema de pensamiento del ego. 3Dicho pensamiento le otorga autonomía al cuerpo, lo separa de la mente y mantiene intacta la idea del ataque. 4Si el cuerpo pudiese enfermar, la Expiación sería imposible. 5Un cuerpo que pudiese ordenarle a la mente hacer lo que a él le place podría sencillamente ocupar el lugar de Dios y probar que la sal­vación es imposible. 6¿Qué quedaría entonces que necesitase cura­ción? 7Pues el cuerpo se habría enseñoreado de la mente. 8¿Cómo podría entonces devolvérsele la mente al Espíritu Santo sin des­truir el cuerpo? 9¿Y quién querría la salvación a ese precio?
4. Ciertamente no parece que la enfermedad sea una decisión. 2Ni nadie cree realmente que lo que quiere es estar enfermo. 3Tal vez pueda aceptar la idea en teoría, pero rara vez la aplica de manera consistente a todas las clases de enfermedad que percibe en sí mismo o en los demás. 4No es tampoco en este nivel donde el maestro de Dios invoca el milagro de la curación. 5Él mira más allá de la mente y del cuerpo, y ve únicamente la faz de Cristo resplandeciendo ante él, corrigiendo todos los errores y sanando toda percepción. 6La curación es el resultado del reconocimiento por parte del maestro de Dios de quién es el que necesita ser curado. 7Este reconocimiento es aplicable sólo a algunas cosas. 8Es verdad con respecto a todas las cosas que Dios creó. 9En dicho reconocimiento se subsanan todas las ilusiones.
5. Cuando un maestro de Dios no puede curar es porque se ha olvidado de Quién es. 2De esta forma, la enfermedad de otro pasa a ser suya. 3Al permitir que esto suceda, se identifica con el ego de otro y, por lo tanto, confunde a éste con un cuerpo. 4Al hacer eso, se niega a aceptar la Expiación para sí mismo, y es imposible que pueda ofrecérsela a su hermano en el Nombre de Cristo. 5De hecho, será incapaz de reconocer a su hermano en absoluto, pues su Padre no creó cuerpos, y, por consiguiente, sólo estará viendo en su hermano lo irreal. 6Un error no puede corregir otro error, y una percepción distorsionada no cura. 7Hazte a un lado, maestro de Dios. 8Has estado equivocado. 9No señales el camino, pues has perdido el rumbo. 10Dirígete de inmediato a tu Maestro y deja que Él te cure.
6. La ofrenda de la Expiación es universal. 2Es aplicable por igual a todo el mundo y en cualquier circunstancia. 3En ella reside el poder de curar a cualquier persona de cualquier clase de enfer­medad. 4No creer esto es ser injusto con Dios, y por ende, serle infiel. 5El que está enfermo se percibe a sí mismo como separado de Dios. 6¿Quieres verle tú además separado de ti? 7Tu tarea es sanar la sensación de separación que le hizo enfermar. 8Tu fun­ción es reconocer por él que lo que cree acerca de sí mismo no es verdad. 9Tu perdón debe mostrarle eso. 10Curar es muy simple. 11La Expiación se recibe y se ofrece. 12Habiéndose recibido, tiene que haberse aceptado. 13Es en el recibir, pues, donde yace la cura­ción. 14Todo lo demás se deriva de este único propósito.
7. ¿Quién podría limitar el poder de Dios? 2¿Quién, entonces, podría determinar quién se puede curar y de qué enfermedad, y qué debe permanecer excluido del poder de perdonar de Dios? 3Esto ciertamente sería una locura. 4La función de los maestros de Dios no es imponer límites al Padre, ya que no es su función juz­gar a Su Hijo. 5Y juzgar al Hijo es limitar a su Padre. 6Ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido. 7Sin embargo, esto no se comprenderá hasta que el maestro de Dios reconozca que juz­gar y limitar no son sino un mismo error. 8Con esto recibe la Expiación, pues deja de juzgar al Hijo de Dios y lo acepta tal como el Padre lo creó. 9Ya no se encuentra separado de Dios, dictando dónde se debe administrar la curación y dónde debe negarse. 10Ahora él puede decir con Dios: «Éste es mi Hijo amado, que fue creado perfecto y que permanecerá así eternamente».

Descargar Capítulo 23 en Pdf

boton-descargar

Capítulo 23

¿JUEGA JESÚS UN PAPEL ESPECIAL EN LA CURACIÓN?

1. Los dones de Dios rara vez pueden recibirse directamente. 2Aun los maestros de Dios más avanzados sucumben a las tenta­ciones de este mundo. 3¿Sería justo entonces que se les negara la curación a sus alumnos por esa razón? 4La Biblia dice: «Pide en el Nombre de Jesucristo». 5¿Es esto simplemente una invocación a la magia? 6Un nombre no cura, ni tampoco puede una invocación generar ningún poder especial. 7 ¿Qué significado puede tener entonces apelar a Jesucristo? 8¿Que confiere el invocar su Nombre? 9¿Por qué forma parte de la curación pedir en su Nombre?
2. Hemos repetido en muchas ocasiones que alguien que haya aceptado perfectamente la Expiación para sí mismo puede sanar el mundo. 2En efecto, ya lo ha hecho. 3La tentación podrá volver a acosar a otros, pero nunca a Ése. 4Él se ha convertido en el Hijo de Dios resucitado. 5Ha vencido a la muerte al haber aceptado la Vida. 6Se ha reconocido a sí mismo tal como Dios lo creó, y al hacerlo, ha reconocido que toda cosa viviente forma parte de él. 7Ahora su poder es ilimitado porque es el Poder de Dios. 8De esta manera, su nombre se ha convertido en el Nombre de Dios, pues ya no se considera a sí mismo separado de Él.
3. ¿Qué significa esto para ti? 2Significa que al recordar a Jesús estás recordando a Dios. 3Toda la relación del Hijo con el Padre radica en Jesús. 4Su papel en la Filiación es también el tuyo, y el hecho de que él completó su aprendizaje garantiza tu éxito. 5¿Se encuentra él aún disponible para venir en tu ayuda? 6¿Qué dijo él mismo al respecto? 7Recuerda sus promesas y pregúntate hones­tamente si sería posible que no las fuese a cumplir. 8¿Puede Dios fallarle a Su Hijo? 9¿Y puede quien es uno con Dios ser distinto de Él? 10El que transciende el cuerpo transciende también toda limi­tación. 11¿Cómo no iba a estar disponible el más grande de los maestros para aquellos que lo siguen?
4. El Nombre de Jesucristo como tal no es más que un símbolo. 2Pero representa un amor que no es de este mundo. 3Es un sím­bolo que se puede usar sin riesgo para reemplazar a los innumera­bles nombres de todos los dioses a los que imploras. 4Constituye el símbolo resplandeciente de la Palabra de Dios, tan próximo a aquello que representa, que el ínfimo espacio que hay entre ellos desaparece en el momento en que se evoca su Nombre. 5Recordar el Nombre de Jesucristo es dar gracias por todos los dones que Dios te ha dado. 6Y la gratitud hacia Dios se convierte en la manera en que Él es recordado, pues el amor no puede estar muy lejos de una mente y un corazón agradecidos. 7Dios puede entonces entrar fácilmente porque éstas son las verdaderas condiciones que hacen posible tu retorno al hogar.
5. Jesús ha señalado el camino. 2¿Por qué no habrías de estarle agradecido? 3Te ha pedido amor, mas sólo para él poder dártelo a ti. 4Tú no te amas a ti mismo. 5Pero para Jesús, tu hermosura es tan absoluta e inmaculada que ve en ella la imagen de su Padre. 6Tú te conviertes en el símbolo de su Padre aquí en la tierra. 7Él tiene sus esperanzas puestas en ti porque no ve límites en ti, ni mancha alguna que opaque tu hermosa perfección. 8La visión de Cristo resplandece en sus ojos con perfecta constancia. 9Él ha permanecido contigo. 10¿No te gustaría aprender la lección de la sal­vación valiéndote de lo que él ya aprendió? 11¿Para qué empezar de nuevo, cuando él ya recorrió la jornada por ti?
6. Nadie en la tierra puede entender plenamente lo que es el Cielo ni cuál es el verdadero significado de su Creador. 2Sin embargo, tenemos testigos. 3A ellos es a quienes el que es sabio debe acudir. 4Han existido personas cuyo conocimiento sobre­pasó con mucho lo que nosotros podemos aprender. 5Y no quere­mos enseñar las limitaciones que nos hemos impuesto. 6Nadie que se haya convertido en un maestro de Dios verdadero y com­pletamente dedicado se olvida de sus hermanos. 7Lo que les puede ofrecer, no obstante, se ve limitado por lo que él mismo ha aprendido. 8Dirígete entonces hacia uno que abandonó todo límite y fue más allá del alcance más elevado que el aprendizaje puede ofrecer. 9Él te llevará consigo, pues no llegó hasta allí solo. 10Estabas con él entonces, tal como lo estás ahora.
7. Este curso procede de él porque sus palabras llegan a ti en un lenguaje que puedes amar y comprender. 2¿Puede haber otros maestros que señalen el camino a aquellos que hablan lenguas distintas y recurren a símbolos diferentes? 3Por supuesto que sí. 4¿Dejaría Dios a uno solo de Sus Hijos sin una ayuda muy real en tiempos de tribulación, sin un salvador que lo representase? 5Aun así, necesitamos un programa de estudios polifacético, no porque el contenido sea diferente, sino porque los símbolos tie­nen que modificarse y cambiar para poder ajustarse a las diferen­tes necesidades. 6Jesús ha venido a responder a las tuyas. 7En él hallarás la Respuesta de Dios. 8Enseña, entonces, con él, pues él está contigo; él siempre está aquí.

Deja un comentario