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SEMANA 50- EJERCICIOS 344 AL 350

Imagen Curso de Milagros

Un Curso de Milagros- Ejercicios

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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SEMANA 50 – EJERCICIOS DEL 344 AL 350


LECCIÓN 344
Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo.
1. Ésa es Tu ley, Padre mío, no la mía. 2Al no comprender lo que signifi­caba dar, procuré quedarme con lo que deseaba sólo para mí. 3Y cuando contemplé el tesoro que creía tener, encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el no hay nada ahora y en el que nada habrá jamás. 4¿Quién puede compartir un sueño? 5¿Y qué puede ofrecerme una ilu­sión? 6Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos que cualquier cosa que haya en la tierra. 7Permite que mis her­manos redimidos llenen mis arcas con los tesoros del Cielo, que son los únicos que son reales. 8Así se cumple la ley del amor. 9Y así es como Tu Hijo se eleva y regresa a Ti.
2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro camino hacia Dios! 2¡Qué cerca está Él de nosotros! 3¡Qué cerca el final del sueño del pecado y la redención del Hijo de Dios!

LECCIÓN 345
Hoy sólo ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.
1. Padre, todo milagro es un reflejo de los regalos que me haces a mí, Tu Hijo. 2Y cada uno que concedo retorna a mí, recordándome que la ley del amor, es universal. 3Incluso aquí dicha ley se manifiesta en una forma que se puede reconocer, y cuya eficacia puede verificarse. 4Los milagros que concedo se me devuelven en la forma que más me puede ayudar con los problemas que percibo. 5Padre, en el Cielo es diferente, pues allí no hay necesidades. 6Pero aquí en la tierra, el milagro se parece más a tus regalos que cualquier otro regalo que yo pueda hacer. 7Así pues, déjame hoy hacer solamente este regalo, que al haber nacido del verdadero per­dón, ilumina el camino que debo recorrer para poder recordarte.
2. Que la paz sea con todos los corazones que la buscan. 2La luz ha venido a ofrecer milagros para bendecir a este mundo exhausto. 3Éste hallará descanso hoy, pues nosotros ofreceremos lo que hemos recibido.

LECCIÓN 346
Hoy me envuelve la paz de Dios, y me olvido de todo excepto de Su Amor.
1. Padre, al despertar hoy los milagros corrigen mi percepción de todas las cosas. 2Y así comienza el día que voy a compartir Contigo tal como compartiré la eternidad, pues el tiempo se ha hecho a un lado hoy. 3No ando en pos de cosas temporales, por lo tanto, ni siquiera las veré. 4Lo que hoy busco trasciende todas las leyes del tiempo, así como las cosas que se perciben en él. 5Quiero olvidarme de todo excepto de Tu Amor. 6Quiero morar en Ti y no saber nada de ninguna otra ley que no sea Tu ley del amor. 7Quiero encontrar la paz que Tú creaste para Tu Hijo, y olvidarme, conforme contemplo Tu gloria y la mía, de todos los absurdos juguetes que fabriqué.
2. Y al llegar la noche; recordaremos únicamente la paz de Dios. 2Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra, cuando nos olvidamos de todo excepto del Amor de Dios.

LECCIÓN 347
La ira procede de los juicios. Y los juicios son el arma que utilizo contra mí mismo a fin de mantener el milagro alejado de mi
1. Padre, deseo lo que va en contra de mi voluntad, y no lo que es mi voluntad tener. 2Rectifica mi mente, Padre mío, 3pues está enferma. 4Pero Tú has ofrecido libertad, y yo elijo reclamar Tu regalo hoy. 5Y así, le entrego todo juicio a Aquel que Tú me diste para que juzgara por mí. 6Él ve lo que yo contemplo, sin embargo, conoce la verdad. 7ÉI ve el dolor, mas comprende que no es real, y a la luz de Su entendimiento éste sana. 8Él concede los milagros que mis sueños quieren ocultar de mi conciencia. 9Que sea Él Quien juzgue hoy. 10No conozco mi voluntad, pero Él está seguro de que es la Tuya. 11Y hablará en mi nombre e invocará Tus milagros para que vengan a mí.
2. Escucha hoy. 2Permanece muy quedo, y oye la dulce Voz que habla por Dios asegurarte que Él te ha juzgado como el Hijo que Él ama.

LECCIÓN 348
Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.
1. Padre, déjame recordar que Tú estás aquí y que no estoy solo. 2Pues estoy rodeado de un Amor imperecedero. 3No hay razón para nada, excepto para la paz y alegría perfectas que comparto Contigo. 4¿Qué necesidad tengo de ira o de temor, 5cuando lo único que me rodea es la seguridad perfecta? 6¿Cómo puedo sentir miedo cuando la eterna pro­mesa que me hiciste jamás se aparta de mí? 7Estoy rodeado de perfecta impecabilidad. 8¿Qué puedo temer, cuando la santidad en la que Tú me creaste es tan perfecta como la Tuya Propia?
2. La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. 2Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya.

LECCIÓN 349
Hoy dejo que la visión de Cristo contemple todas las cosas por mí, y que en lugar de juzgarlas, les conceda a cada una un milagro de amor.
1. Así quiero liberar todas las cosas que veo; concediéndoles la libertad que busco. 2De esta manera obedezco la ley del amor, dando lo que quiero encontrar y hacer mío. 3Ello se me dará, porque lo he elegido como el regalo que quiero dar. 4Padre, Tus regalos son míos. 5Cada regalo que acepto me concede un milagro que puedo dar. 6Y al dar tal como quiero recibir, comprendo que Tus milagros de curación me pertenecen.
2. Nuestro Padre conoce nuestras necesidades, 2y nos concede la gracia para satisfacerlas todas. 3Y así, confiamos en que Él nos enviará milagros para bendecir al mundo y sanar nuestras men­tes según regresamos a Él.

LECCIÓN 350
Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios. Ofrecer­los es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo.
1. Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibi­mos a nosotros mismos. 2Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra dentro de sí todas las cosas. 3El que yo Te pueda recordar depende de que lo perdone a él. 4Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. 5Pero lo que contempla es el resultado directo de ellos. 6Así pues, Padre mío; quiero ampararme en Ti. 7Sólo Tu recuerdo me liberará. 8Y sólo perdo­nando puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y á ofrecérselo al mundo con agradecimiento.
2 Y a medida que hagamos acopio de Sus milagros, estaremos en verdad agradecidos. 2Pues conforme lo recordemos, Su Hijo nos será restituido en la realidad del Amor.

14. ¿Qué soy?
1. Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza vida eterna. 3En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. 4Soy el santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.
2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofreci­mos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. 4La verdad de lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.
3. Somos los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento vol­verá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nues­tro papel. 7Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad.
4. Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo pensamiento de pecado. 2Nues­tros, los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la unión que hemos alcan­zado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a consumar nuestra dicha.
5. Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nom­bre, y que al llevar Su Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. 2Y de esa forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir. 3Le traemos bue­nas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.

Un Curso de Milagros-Manual para el Maestro

Fundación para la Paz Interior
Traducido por Rosa M. G. De Wynn y Fernando Gómez

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Capítulo 27

¿QUÉ ES LA MUERTE?

1. La muerte es el sueño central de donde emanan todas las ilu­siones. 2¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir? 3Ya hemos planteado esta pregunta anteriormente, pero ahora debemos examinarla con mayor detenimiento. 4La creencia fija e inalterable del mundo es que todas las cosas nacen para morir. 5Se considera que así es como «opera la naturaleza”, y ello no se debe poner en tela de juicio, sino que debe aceptarse como la ley «natural» de la vida. 6Lo cíclico, lo cambiante y lo incierto; lo inestable y lo inconstante; lo que de alguna manera crece y men­gua siguiendo una trayectoria determinada, es lo que se consi­dera la Voluntad de Dios. 7Y nadie se pregunta si un Creador benigno hubiese podido disponer algo así.
2. Si el universo que percibimos fuese tal como Dios lo creó, sería imposible pensar que Dios es amoroso. 2Pues aquel que ha decre­tado que todas las cosas mueran y acaben en polvo, desilusión y desesperanza, no puede sino inspirar temor. 3Tu insignificante vida está en sus manos, suspendida de un hilo que él está listo para cortar sin ningún remordimiento y sin que le importe, tal vez hoy mismo. 4Y aun si esperase, el final es seguro de todas formas. 5El que ama a un dios así no conoce el amor, ya que ha negado que la vida sea real. 6La muerte se ha convertido en el símbolo de la vida. 7Su mundo es ahora un campo de batalla, en donde reina la contradicción y los opuestos luchan en una guerra interminable. 8Allí donde hay muerte es imposible la paz.
3. La muerte es el símbolo del temor a Dios. 2La idea de la muerte oculta Su Amor y lo mantiene al margen de la conciencia cual un escudo puesto en alto para bloquear el sol. 3Lo siniestro de este símbolo basta para demostrar que la muerte no puede coexistir con Dios. 4La muerte presenta una imagen del Hijo de Dios en la que éste acaba «descansando en paz» en los brazos de la devasta­ción, donde los gusanos lo esperan para darle la bienvenida y así prolongar un poco más su propia existencia gracias a su muerte. 5Mas los gusanos están igualmente condenados a morir. 6Y de esta forma, todas las cosas viven gracias a la muerte. 7En la natu­raleza, el devorarse unos a otros es la «ley de la vida». 8Dios está loco y sólo el miedo es real.
4. La extraña creencia de que una parte de las cosas que mueren puede seguir existiendo separada de lo que muere, tampoco pro­clama a un Dios amoroso ni vuelve a sentar las bases para que se tenga confianza. 2Si la muerte es real para una sola cosa, la vida no existe. 3 La muerte niega la vida. 4 Pero si la vida es real, lo que se niega es la muerte. 5En esto no puede haber transigencia alguna. 6O bien existe un dios de miedo o bien Uno de Amor. 7El mundo intenta hacer miles de transigencias al respecto, y tratará de hacer mil más. 8Ni una sola puede ser aceptable para los maes­tros de Dios, ya que ninguna de ellas sería aceptable para Dios. 9Él no creó la muerte, puesto que no creó el miedo. 10Para Él ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido.
5. La «realidad» de la muerte está firmemente arraigada en la cre­encia de que el Hijo de Dios es un cuerpo. 2Y si Dios hubiese creado cuerpos, la muerte sería ciertamente real. 3Pero en ese caso Dios no sería amoroso. 4Ningún otro punto ilustra en forma tan clara el contraste que existe entre la percepción del mundo real y la del mundo de las ilusiones. 5Si Dios es Amor, la muerte es, de hecho, la muerte de Dios. 6Y por lo tanto, Su Propia creación no puede sino temerle. 7Dios no es su Padre, sino su destructor; 8su vengador, no su Creador. 9Sus Pensamientos son aterradores y Su imagen temible. 10Contemplar Sus creaciones es morir.
6. «El último enemigo destruido será la muerte.» 2 ¡Por supuesto que sí! 3Sin la idea de la muerte no habría mundo. 4Todos los sueños acabarán con éste. 5Ésta es la meta final de la salvación, el fin de todas las ilusiones. 6Y todas las ilusiones nacen de la muerte. 7¿Qué puede nacer de la muerte y tener vida? 8Por otra parte, ¿qué puede originarse en Dios y morir? 9Las inconsisten­cias, las transigencias y los ritos que el mundo fomenta en sus vanos intentos de aferrarse a la muerte y al mismo tiempo pensar que el amor es real, no son más que necios trucos mágicos que no tienen sentido ni eficacia. 10Dios es eterno, al igual que todas las cosas creadas en Él. 11¿No ves que de no ser así, Él tendría un opuesto y el miedo sería tan real como el amor?
7. Maestro de Dios, tu única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte inte­grante de él. 2No creas en la crueldad, ni permitas que el ataque oculte la verdad de ti. 3Lo que parece morir, tan sólo se ha perci­bido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. 4De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad. 5Mantente firme sólo en esto: no te dejes engañar por la «realidad» de ninguna forma cambiante. 6La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o ante la destrucción. 7¿Y cuál es el final de la muerte? 8Nada más que esto: el reconocimiento de que el Hijo de Dios es inocente ahora y siempre. 9Nada más que eso. 10Pero no olvides que tampoco es menos.

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