EMMANUEL LA HISTORIA

Portada Emmanuel, La Palabra Revelada que Iumina al Hombre

Cómo nació este libro

En las huestes celestiales hay un ángel llamado Miguel, quien junto a su homónimo en la Tierra, planificaron un Taller Vivencial en Caracas, en el mes de Febrero de 1994, exactamente el domingo 6, para lo cual invitaron a un buen número de amigos y compañeros de trabajo.
¿Cómo supo este ángel que yo realizaba este tipo de Talleres?
Un ángel lo sabe, pero, ¿cómo se lo comunicó a su homónimo?
Sucedió que le presté a mi amigo Miguel un libro y en su interior encontró un folleto de talleres que yo había dictado a principio de los años 80 en las zonas de Oriente y Centro de Venezuela.
Nos habíamos conocido apenas un año antes, a mi retorno a Venezuela, luego de seis años de ausencia, buscando en el mundo un conocimiento que solamente el ser humano puede encontrar en sí mismo.
Haber leído el libro, cuyo nombre nunca hemos recordado, encontrar ese folleto y decirme que iba a organizar un taller para que yo lo dictara y luego fijar la fecha, fue todo uno.
Me tocó humildemente presentarme y permitir que la energía fluyera a través de mí.

Nos recuerdan las enseñanzas:

«En parte decimos lo que sabemos,
en parte profetizamos.»

Algo sucedió en ese Encuentro, así se llamaba el lugar donde se desarrollaba la actividad, para que una persona, mientras se realizaban los ejercicios y reflexiones durante las diez horas de duración del
mismo, tuviera un despertar de consciencia, una conexión con su esencia.
Desde ese día, para su gran asombro y desconcierto ante esa nueva manifestación en su vida, comenzaron a llegarle mensajes destinados a mi persona, para que cumpliera con la Misión de Vida, la que cada ser humano, conscientemente, tiene destinada.
A petición de la hermana que sirvió de canal no se menciona su nombre en este libro, pues como siempre dijo durante los diez años que duró esa actividad, era un mensajero cuya única y desinteresada labor «se brindaba en servicio para transcribir revelaciones», que por alguna razón yo no tenía aún las condiciones dadas para recordarlas directamente.
Ante mi resistencia a aceptar que esos mensajes fueran dirigidos a mí, escribió la siguiente carta que me permito transcribir:

«Caracas, Mayo 3 de 1994
Estimado Sr. Gluzman:
Ya que es sumamente difícil lograr hablar con usted de ciertos asuntos y dado que considero (quizás erróneamente) que entre usted y yo existe algún vínculo desde hace muchísimos años y que este vínculo, según lo pautado por usted, tiene como finalidad el que yo le haga recordar esas cosas que usted aparentemente ha olvidado.
Me permito escribirle… humildad hermano, humildad, sólo somos instrumentos, no más…
Eres una persona única, con una misión hermosa y delicada que se te ha confiado, no la destruyas con el orgullo…
Ya una vez torciste el camino, no lo hagas de nuevo.
Aviva tu llama, más allá de las alegrías terrenales…
Te han facilitado tanto las cosas, que no estás mirando correctamente las perspectivas…
Tu sabiduría no debe ser restringida, debe darse por igual sin excepciones y debe regarse sobre la sagrada tierra, para que esta fructifique amablemente…
Que el que es todo AMOR, te colme de bienes y bendiciones.
Con real Amor fraternal…»
Firmado

Comprendí entonces, luego de años de profundos procesos de encuentros y desencuentros, que mi misión es ser humilde heraldo de esta palabra alada.
Por ello, primero debí conocer, vivenciar e internalizar a fondo estos mensajes, para luego poder compartirlos con todos, fue así que cobraron vida y sentido trascendente.
He elegido para esta primera entrega al público algunos de ellos, otros aún están en proceso de estudio e internalización para poder ofrecerlos oportunamente.
Mi más profundo y eterno agradecimiento al canal, maravilloso Ser que colaboró durante tanto tiempo a que estos mensajes pudieran estar en mis manos, para ser utilizados en las múltiples y diversas
actividades comunitarias que se han venido desarrollando en los últimos once años y que me fueron forjando.

Y como los mensajes nos recuerdan:
«Has de saber que el maestro
no es dueño de lo que enseña.
Has de saber que el heraldo
no es dueño de la Nueva Alianza.
Has de saber que el sanador
no es dueño de la sanación…
Ni el consolador es dueño del consuelo.
Has de saber que el mensajero
no es dueño del mensaje.
En fin, has de saber que esta palabra
es palabra de todos…
Y por eso has de dejarla ir.»

En los mensajes que hoy les presento en este primer libro, se narra la vida de un Maestro llamado Emmanuel, quien vivió durante la época de la dominación romana en la zona geográfica de Oriente Medio.
En cada uno de estos relatos, reflexiones, enseñanzas y diálogos, Emmanuel se comunica con distintos miembros de su familia, muy numerosa por cierto, tal como era costumbre de la época, con amigos y
compañeros de labores de los distintos oficios que como medio de sustento familiar debían realizar.
En algunos mensajes es Santiago, su hermano menor, quien relata y en otros es Miriam, su madre.

De esta forma se van sucediendo los  integrantes de la familia, en amenas y a veces un tanto pintorescas tertulias basadas en costumbres, tradiciones, ritos y profundas reflexiones del sentido de la vida y de los hechos de aquella época.
La riqueza de datos que contienen todos y cada uno de los mensajes transporta al lector hasta el momento mismo de los acontecimientos, permitiéndonos percibir el ambiente de la época en forma tan vívida y presente, al igual que quien lo está relatando.

Mercedes Suárez de Porras, en el prólogo que con tanto cariño ha escrito para esta compilación, nos dice:
El lenguaje empleado
deja en el espíritu una sensación de elevación,
como el efecto de haber penetrado de pronto,
en una intimidad consigo mismo
que nos detiene en un escenario indescriptible.

Sólo me queda invitar al lector, ávido por nutrirse, a que se sumerja en la lectura de cada uno de estos relatos como agudo inquisidor de la esencia del ser humano, para así, descubrir sus propios tesoros y redescubrirse en alguna de las narraciones pletóricas de vivencias y enseñanzas que permanecerán latentes en quienes estén en la búsqueda del conocimiento de sí mismos.

Así nos legó el poeta Israelí, Jaim Najman Bialik:

No adquirí yo La Luz casualmente,
ni me vino en herencia paterna,
de mi roca y mi piedra la extraje,
de mi lámpara interna.
En mi roca interior tengo guardada,
y mía, sólo mía, una leve centella,
a nadie la he pedido ni robado,
puesto que en mí está ella.

He aquí mi desafío en la vida, he aquí mi compromiso personal, con usted y con el prójimo que a diario me impulsa a descubrir una joya más.
Caminemos juntos y trabajemos unidos en cada jornada de nuestro paso por este maravilloso mundo, en lograr pulir el diamante que guardamos dentro de nosotros mismos, ya que por más que nos repitamos que queremos estar seguros pisando tierra firme, el planeta seguirá flotando… y con el aporte de todos se concretará en un Mágico Universo de Luz, Amor y Paz.
Con la energía del Creador, que me Creó por Extensión de su Amor.

Carta de la hermana que sirvió de canal…

con motivo de su despertar de consciencia en el taller, que incentivó el inicio de este libro:

Caracas, Febrero 11, 1994
Señores: Tiphereth
Calle Alameda, entre Esmeralda y Rodeo
Quinta Grecia, Lomas de San Rafael
La Florida, Caracas
Att. Sr. Mario R. Gluzman

Querido Mario:
Me permito la familiaridad de tutearte, como es costumbre entre amigos que se conocen de hace mucho.
Precisamente el motivo de esta carta es ese, el formularte un par de preguntas que quedaron sin responder aquel hermoso día del Encuentro.
Lejos de despejarse mis dudas, aquel día se incrementaron más y más, hasta dejarme totalmente confusa con respecto a cosas que consideraba tan claras, como quien soy o donde estoy… a esto ahora viene a sumarse el porque soy o estoy. Quisiera saber porque creí recordar increíbles y largas conversaciones sostenidas contigo en un tiempo imposible, porque me parece haberte conocido a ti y a otras personas del grupo a las que nunca antes había visto en mi vida. Me atrevería a asegurar detalles que seguramente no sé.

Y lo que es peor, desde ese día acuden a mi mente ráfagas de algo que parece ser una especie de conocimiento, que no es lógicamente posible que yo pueda aprender o expresar. Es esto parte de lo que se espera ¿o quizás necesito un psiquiatra?
De ser posible me gustaría que me despejaras estas dudas, si algún día te vuelvo a ver.

Soy tan terriblemente egoísta, que quisiera poder hablarte durante horas pero sé que esto no es posible.

Disculpa los inconvenientes que esta carta pueda acarrearte o la molestia que pueda resultarte del leerla.
Te quiere sinceramente, desde hace muchos siglos.

Firmado

Libro Emmanuel Online

Acerca de  Mario Gluzman