Como toma el hombre conciencia de su vida,
también toma conciencia de las diferencias…
y de aquellos que aún no pueden admitir
el paso del YO a NOSOTROS.

“EL HOMBRE EN PLENA EVOLUCION”

Está escrito que:

“Tres cuerpos envuelven al hombre
en plena evolución”

y es esta evolución la que al final
logrará la unificación de estas tres densidades.

La “Esencia Original”
sólo tiene un cuerpo
al comenzar su proceso de conocimiento y crecimiento.

Ésta se separa del “Origen Universal”
y adquiere Su Luz, que es:

“La primera envoltura del Ser”,
y la última en disolverse
antes de liberar la Esencia Primigenia.

Al existir en forma libre,
esta luz genera una envoltura
que mantiene intactas La Luz y la Esencia,
y al mismo tiempo es vehículo de unión
con el mundo concreto de la encarnación.

Una vez encarnada,
adquiere “La segunda envoltura”
que es el cuerpo que mantiene unidos al Ser Original
con la identidad en la cual está anidado.

Esta identidad posee un cuerpo físico destinado a perecer,
pero que es propio del mundo
en el cual se está realizando el crecimiento
y la enseñanza de la esencia,
que es adecuado para entrar en contacto y confrontación
con aquellos aspectos de la identidad
que deben ser analizados, comprendidos y superados.

Este cuerpo físico
enlaza con sus cuerpos no físicos
a través de su envoltura aúrica,
la cual está íntimamente ligada
y es emanación de todos
y cada uno de los órganos
que conforman este ser,
es señal de vida
y es tan física como el cuerpo denso al cual envuelve.

Queda entonces manifiesta
en una primera etapa de la evolución,
únicamente la presencia del cuerpo físico.

Son estas encarnaciones
largamente superadas por el ser humano
en la que únicamente estaba destinada
la esencia a trascender
y hacer evolucionar el vehículo físico
en el que estaban anidadas.

En la “segunda etapa de la evolución”,
la esencia anidada
entra en contacto con el mundo de la mente
y las infinitas posibilidades que ella despliega.

Comienza el hombre
a tomar conciencia de su existencia y la de otros
y entiende por vez primera
las separaciones fundamentales
día /noche, vida /muerte.

Comienza a soñar y a desarrollar
los primeros planos superficiales de su cerebro
y la parte externa de cada circunvolución.

Adquiere habilidad manual
a medida que su cerebro despierta,
y hacen aparición las
“emociones vinculantes primarias”:

Temor, asociación, perpetuación,
y todas las relacionadas con la satisfacción
de las necesidades básicas individuales:

Hambre, sed, apareamiento, cansancio.

Aún no se hace evidente
la aparición de cuerpo alguno vinculado al cuerpo físico.

En la “tercera etapa de la evolución”
hace su aparición el cuerpo físico de envoltura aúrica,
la cual es manifestación del paso más trascendental
que enfrenta el ser vivo primitivo:

La aparición de la
“plena conciencia de vida”
y sus implicaciones.

La gran mayoría de los seres de la tierra
se encuentran en esta etapa.

Despierta el hombre a “su conciencia de vida”,
accede por este despertar
a los dos grandes misterios primarios
que todas las misiones en este planeta
han colocado como señales
de conciencia de vida
y por ende de despertar.

El primero es la activación en su cerebro
de las “células madres del conocimiento”,
las cuales al ser activadas
hacen llegar a su consciente
los recuerdos acumulados del desarrollo de la especie.

Esto conlleva
la descentralización
del pensamiento del hombre,
quien pasa a lo largo de un período de tiempo
más o menos prolongado,
según el propósito de cada encarnación,
del pensamiento enfocado en el YO,
al pensamiento colectivo
enfocado en el NOSOTROS.

Aparecen entonces las
“emociones sustentadoras de vida”:

El amor,
no siendo éste ya
la justificación para el principio procreador,
sino por el contrario esta nueva emoción
trasciende la necesidad de perpetuación del individuo
y cambia a la identificación,
afirmación
y permanencia del colectivo.

Por primera vez puede el hombre
trascender el egoísmo
y aparecen
las dos primeras consecuencias básicas
del amor colectivo:

La capacidad de sacrificio
que admite que puedo no ser totalmente feliz yo,
pero puedo hacer feliz o ayudar a aquellos que amo.

Y el reconocimiento
que pone en nuestras mentes
el recuerdo de aquellos
a quienes hemos visto en el pasado,
sin importar cuan largo sea ese pasado.

Esta etapa está signada por las guerras,
que son únicamente
los vestigios de la confrontación entre
el amor al yo mismo,
y el AMOR UNIVERSAL.

Muchas identidades,
sólo pueden trascender esta diferencia…
al momento de la separación de los cuerpos físicos.

Como toma el hombre conciencia de su vida,
también toma conciencia de las diferencias…
y de aquellos que aún no pueden admitir

el paso del YO a NOSOTROS.

Por un sentido de seguridad,
tratan de agruparse con aquellos
que se parecen más a sí mismo,
para poder de esta forma,
rudimentariamente,
pasar del amor a mi mismo,
al amor por alguien más,
que se parece mucho a mi.

Estas identidades quedan atrapadas
en justificaciones y racionalizaciones
de las diferencias,
superioridades o inferioridades de los demás
y en múltiples casos
deben vivir períodos completos de vida
hasta poder hallar la paz del reconocimiento,
aún en aquellos que lucen diferentes.

La misión de vida de este período,
en muchos casos está vinculada únicamente
al desarrollo de estas

dos emociones sustentadoras de vida,

es decir:

El despertar del Amor Universal,
desprovisto de egoísmos
y el reconocimiento
de sí mismo en los demás.

En la “cuarta etapa de la evolución”,
aparece el primero de los cuerpos no físicos,

“el vehículo de unión”,

que al no ser generado
ni estar ligado a los fenómenos físicos
que afectan a la envoltura aúrica y el cuerpo denso,

se manifiesta libremente en aquellos seres
donde las células madres de conocimiento
han madurado y se hallan en plena funcionalidad.

Los seres humanos que se encuentran en este nivel,
tienen acceso
a los recuerdos totales de los seres del planeta.

Esta historia
o crónica de todos los hechos
ocurridos en este planeta,
se encuentra dentro de cada ser
en la secuencia que determina su existencia humana.

Algunos creen que se trata de un cordón doble,
entrelazado,
que transmite de generación en generación
las características físicas de los seres.

Esto es parcialmente cierto,
pues si bien existe este doble cordón
asociado a las características físicas,
el conocimiento universal no se encuentra almacenado en él,
sino en el sitio para él destinado
en medio de las circunvoluciones cerebrales frontales.

Al acceder a esta historia,
estos seres excepcionales por su rareza,
comienzan a entender

“El principio básico de la vida en el Universo”,

que no es otro que el

“Principio de la Unidad”,

donde uno es parte de todo
y todo es parte de ese Uno.

Entenderán entonces,
cómo una sola gota de agua
contiene en sí misma
toda la información del océano.

Y una sóla célula de un hombre
contiene toda la historia y todo el conocimiento
de todos los hombres.

Son estos seres
quienes toman para sí la responsabilidad
de los puntos de avance de la historia humana,
es decir de los saltos de evolución.

Cuando un planeta
se estanca demasiado en un solo tipo de evolución,
deteniendo así brevemente
el curso de toda la evolución universal,
estos seres asumen en sí mismo
todas las características no coherentes
que pueden haber afianzado,
en los que comparten una encarnación,
el temor a avanzar o a evolucionar.

Tienen estos seres dos puntos
de desarrollo de su “amorosa misión de abnegación”

Los puntos de oscuridad
en los que hacen su aparición en las sociedades
como seres poderosos,
capaces de sumir a millones en la desesperación,
el odio y la involución,
sólo con el fin único,

( y no consciente, ya que forma parte
de la misión aceptada con anterioridad a la encarnación )

de hacer evidentes ante los ojos de los encarnados
los temores, las angustias,
las emociones no sustentadoras de vida,
el egoísmo y todos aquellos puntos
que deben trascenderse en conjunto
para poder dar un salto evolutivo.

Estos seres son odiados, temidos
y así,
cada uno odiando en ese ser
lo que aborrece de sí mismo,
enfrenta, mira y confronta
el obstáculo en su evolución.

Y lo trasciende.

Los puntos luminosos

son los manifestados con la presencia de
seres luminosos,
en los cuales se hacen evidente
todas aquellas capacidades
y virtudes que son reconocidas por los demás
como aceptables y deseables como camino evolutivo,
las cuales comienzan a ser aceptadas en cada uno,
apareciendo y manifestándose
en presencia de estos seres primariamente,
luego en grupos
y finalmente en individuos.

Una vez alcanzadas estas virtudes,
comienzan los seres encarnados
a retomar nuevamente los puntos de evolución abandonados
y siguen al paso siguiente.

Es por esta razón que,
inequívocamente,
en una circunstancia de involución
o de cesación del camino evolutivo
de un grupo de encarnados,
aparecerán casi simultáneamente o consecutivamente
puntos de oscuridad y/o puntos de luz,
puntos de oscuridad y puntos de luz
tantas veces como sean necesarios
para trascender el punto de cesación o de involución.

Aceptan estos seres,
tanto los puntos de luz como los puntos de oscuridad,
asumir sobre sí mismos los dolores y emociones
de todos aquellos detenidos,
viviendo en sí mismos dichos dolores y emociones,
trascendiéndolos completamente
a través de su entrega individual,
o de su servicio individual,
o de su desencarnacion precoz,
para pasar ya el próximo nivel evolutivo.

Estos seres viven en la dualidad,
es decir,
tanto su ser físico con su envoltura física aúrica,
están plenamente manifiestos
como su vehículo de unión, su luz y esencia.

Se distinguen
por la extrema luminosidad que les caracteriza
y que ha sido representada
a lo largo de la historia con coronas,
halos o representaciones luminosas
alrededor de sus cabezas.

Términos como cielo o iluminación,
o infierno y vacío,
se asocian a estos seres
y algunos son llamados o reconocidos
como de origen divino o maléfico,
y son siempre señalados como extraños
o ajenos al grupo con el cual han encarnado.

Esto no es cierto,
pues pertenecen al mismo grupo original,
pero su evolución ha sido acelerada
debido a que así lo han elegido
en su periodo previo a la encarnación.

Estos seres,
en algunas circunstancias
y cuando el peligro de involución es muy grande,
se hacen presentes en forma voluntaria,
aún cuando
ya han trascendido la necesidad del cuerpo físico,
vienen a la tierra con la misión de transmitir
la enseñanza perdida por el proceso involutivo
y que se hace necesaria para garantizar
el paso al próximo nivel de conciencia.

Si bien moran en cuerpos físicos
similares a los del planeta en los que viven,
no viven realmente en la dualidad,
sino más bien,
moran en esos cuerpos
mientras cumplen la misión previamente aceptada de
Maestros,
Guías ,
Cristos
o Salvadores.

Estos seres pertenecen al nivel de evolución siguiente,
cuando el hombre,
a través de la profunda meditación,
accede al conocimiento total
de su unión con el universo
y a la presencia del vehículo de unión

entre sus cuerpos físicos
( el denso y el aúrico )

y sus cuerpos no físicos
( la luz y la esencia ).

Ningún ser,
que mediante este profundo conocimiento
haya trascendido el vehículo de unión,
puede permanecer ya en el nivel evolutivo original,
pues aún estando encarnado su cuerpo físico,
cambia de nivel de giro
y su envoltura aúrica
se acerca estrechamente al vehículo de unión,

pudiendo en ese momento
entender la permanencia del presente,
la permanencia de la esencia,
la capacidad que tiene ésta
de dividirse tantas veces como sea necesario,
para poder así acceder
a los conocimientos necesarios para trascender,
si se encuentra en un nivel de evolución básico,
o para ayudar al mayor número de sus hermanos
si se encuentra en un nivel avanzado.

Entiende la existencia del magistral plan de encarnación
y los puntos que en cada paso deben trascenderse,
accede a sentir por breves instantes el Amor Universal,
consciente, luminoso y omnipresente
que es el Amor del Padre,
y a partir de ese momento sólo desea
“ser Uno nuevamente con ese Amor”.

Entiende que su tránsito ha sido breve
y que ha tenido como única razón
la refinación,
la sublimación
y la trascendencia
de sus cualidades iniciales,
para poder continuar en su momento
la amorosa tarea del Creador de Mundos,
Padre del Amor Universal,
y Amor Universal en sí mismo.

Cuando los encarnados
comienzan a tomar conciencia de esta cualidad,
saben y conocen
de la existencia de encarnaciones anteriores,
pueden en un principio sentirse débiles,
tristes y confusos,
pueden en algunas circunstancias
apegarse a una sóla de estas encarnaciones
y repudiar otras.

En algunos casos
pretenderán vivir en la encarnación que les es más grata,
olvidando su encarnación actual.

En estos casos se generan
los dos grandes males
de los encarnados conscientes, que son:
La angustia existencial
que les hace proclives a la tristeza,
la rabia, la ira y el exterminio,
pues arrastra consigo las emociones vinculantes primarias,
los instintos básicos animales,
y puede degenerar
en patologías y enfermedades sociales e individuales.

Y el segundo mal son las enfermedades de negación:

Que pueden ser tanto físicas
( todas las enfermedades degenerativas )
puesto que el ser, al no aceptarse como es actualmente,
dispara el proceso de apoptosis y decreta su propia muerte,
que al ser extemporánea
y fuera del marco previamente aceptado,
se manifiesta en dolor y degeneración corporal
y este estado sólo puede ser trascendido,
si con la ayuda de un guía
se hace aceptar plenamente al ser encarnado
su cualidad de tal.

Y mentales,
que pueden ir
desde el comportamiento de separación de personalidad
asumiendo quien se fue y quien se es simultáneamente,
depresiones por el desconocimiento,
desagrado de la encarnación actual
o psicopatías que violentamente atentan
contra el individuo
o contra los individuos
que le acompañan en esta encarnación.

Benditos seamos en la plenitud del Amor del Padre.

En plena luz y conciencia.

En plena aceptación y reconocimiento.

En plena paz interior y regocijo.

AMEN.

MAESTRO

Mario Gluzman