El ave es del viento,
como la barca es del mar,
como el maestro es del discípulo.

¡ No temas mas allá de lo que ves !

Querido HERMANO

Realmente el tiempo de acercarnos se hace tan largo a veces.

Ahora ya habrás comenzado a enfrentar el cambio
y cómo me agradaría estar contigo y con tus hermanos a esta hora.

Sé, que lo que vislumbras en tu camino, es oscuro y difícil,
pero créeme cuando te digo que quizás no sea tan terrible…
ni tan largo como parece.

Pero sabes también, como yo,
que quedarse a solas en la seguridad de tu hogar,
cuando debes salir a enseñar
a quienes tanto así lo necesitan…
es como dejar la barca en la arena.

Con el tiempo se acumulará tanta arena alrededor,
que ya no podrás moverla.

Y sabes HERMANO
que una barca se hace para navegar,
no para estar en la arena.

Ella pertenece al mar y al viento
y pretender resguardarla de la tormenta,
encallándola en la arena,
es como salvar a un ave del peligro de la tormenta
encerrándola en una cueva y evitando que vuele.

El ave es del viento,
como la barca es del mar,
como el maestro es del discípulo.

Sé que temen mucho
y yo quisiera abrazarlos como antes
y decirles palabras de calma en sus oídos,
pero, existe una distancia de mis brazos,
aunque no de mi corazón.

Así como aquella tarde, cuando nos quedamos en silencio,
viendo como se alejaba el barco
que llevaba a nuestros hermanos lejos de nuestra tierra
sin saber si volveríamos a verlos o no,

nos miramos a los ojos y nos dijimos con una sonrisa:

”No podemos permanecer en la playa hasta que regresen ¿verdad?”.

Y pasé mi brazo sobre tu hombro y volvimos a casa.

Así ahora te digo,
que no pueden los maestros permanecer en la orilla
a la espera de que la tormenta termine en la otra orilla
y los discípulos regresen a escuchar la sabiduría.

No,
pues debe el maestro ir a buscar al discípulo en tribulación,
para darle fuerza y saber…
para enfrentar su momento difícil…

Respira profundo mi amado HERMANO…
vuelve a tu hogar interior
y siente allí el corazón asustado de tus pequeños.

“Abre entonces tu ser a ellos
y vuelve a dejar que tu palabra fluya”.

Cuentan de dos hermanos que habiendo quedado solos en la vida,

se protegían tiernamente el uno al otro.

Y partió una mañana el mayor a vender sus frutos en la plaza,

mientras el menor prefirió quedarse en casa por temor a los maleantes.

Y el hermano mayor pasó por la tierra de los bandidos y la cruzó en paz.

Y llegó al pueblo y vendió sus frutos
y regresó sin problema a su casa…
con la fe y la fortaleza que le daba el saber
que iba su camino por sendero de rectitud.

Al día siguiente dijo el hermano al otro:

¡Vamos al pueblo a vender lo que faltó!

Y el hermano pequeño, aun con temor a los maleantes,

siguió asustado al otro.

Y así pasaron por la tierra de los maleantes sin problemas,
aunque el hermano pequeño iba asustado
y escondido entre los frutos.

Llegaron al pueblo…
y el hermano mayor vendió todo sin temor,
pero el hermano pequeño desconfiaba de todo y de todos
y al final del día, le dijo a su hermano:

¿Cómo que vas a llevar el dinero contigo?

¡No ves que es peligroso!

Mejor escóndelo en la parte de atrás donde yo voy
y así lo protegeremos.

El hermano mayor no acertaba a comprender el temor del más pequeño.

Y le dijo:

“Pero no temas más allá de lo que ves”.

No veo peligro a mi lado
pero tu aunque no lo ves,
lo intuyes y lo creas
y por estar seguro,
vas incómodo escondido entre los frutos.

Al fin el hermano mayor aceptó

y le entregó el dinero al menor

que se escondió entre los envases vacíos

donde habían llevado los frutos en la mañana.

He aquí que el hermano menor se negó a que pasaran por la tierra de los bandidos…

y obligó al hermano a dar una larga vuelta y a cruzar el río por un puente.

Y llegando allí, el viejo borrico que arrastraba la carreta

se asustó con una serpiente y la carreta cayó al agua.

El hermano mayor tuvo que sacar al menor malherido del río

y el dinero que tanto había protegido,

cayó al fondo del río y no pudo ser recuperado.

Cuando llegaron al hogar y luego de curar y calentar a su hermano,

éste le dijo que estaba muy triste por lo que había pasado.

Y el mayor le respondió que nada había pasado,

puesto que él estaba bien.

El menor lloró y lamentó su decisión,

pues de haber pasado por la misma tierra que había recorrido su hermano el día anterior,

nada habría pasado

y se justificó diciendo que su temor fue tan grande que le impedía ver con claridad.

El otro hermano calló un rato y después le dijo:

Nada hay que garantizara
que los ladrones no nos asaltaran hoy…
y nada había que nos garantizara
que no habría una serpiente en el puente…
pero lo que no podíamos hacer
era quedarnos en casa hasta que los frutos se corrompieran

“Por temor a lo que puede pasar”.

Pues eso es parte del futuro

y nadie hay que deteniéndose en un punto,

pueda evitar jamás que el futuro llegue a su puerta a tocar.

El temor nos puede salvar en algún momento de un peligro

pero puede también convertirse en el mayor de los peligros.

Debe el hombre caminar
y si hay peligro en su camino…
solo llegado a ese punto

lo sabrá.

Así pues, HERMANO,
deberás dejar tu barca navegar
y llegar a todos los puertos
que esperan de ustedes la enseñanza,
el despertar y la sabiduría.

Porque si la dejas en la playa
por temor a lo que puede traer el mañana,
quizás cuando al fin decidan salir a cumplir su misión de maestros,
la hallarán tan sepultada por la arena
que ya no la puedan salvar.

Y entonces gritarán en la orilla:

Venid…

que aquí estamos dispuestos a dar el conocimiento que necesitáis.

Pero quizás el rumor de la tormenta ahogue sus voces

Y los haga callar.

Pero, ¿Por qué temen?,

si dentro de cada uno de ustedes moran todos

y cada uno de los dones que necesitáis

para cumplir vuestras misiones.

Y has de saber

que si necesitan para ayudar a sus hermanos

que la montaña que los separa se aparte,

esta lo hará.

Y si necesitan que un río aplaque su furor
para permitirles pasar,
así será.

“Pedid
todo aquello que necesitéis
para vuestra misión
y ello os será dado”.

Pero hacedlo sin temor,
porque el temor aprisiona el corazón del hombre
y la plegaria se hace desde el corazón.

¿Y has visto acaso cantar a un pájaro

cuya garganta esta aprisionada?

Así,

del corazón del hombre

aprisionado por el temor y la duda,

no fluye la palabra viva de la plegaria.

Confiad en vosotros,

tened fe en vosotros,

creed en vosotro

s.

Y solo así podréis llevar a vuestros hermanos dolientes,

la confianza, la fe y la sabiduría,

que necesitarán para levantar

sobre las ruinas del mundo que cae…

“el mundo nuevo que les espera”.

Les quiere

Su hermano

Emmanuel

3 comentarios en «¡ NO TEMAS MAS ALLÁ DE LO QUE VES !»

  1. Gracias a ti por tu continuo apoyo y aporte a esta labor de la mision de vida.

    Tu siempre has sido un gran pilar para yo continuar.

    Honrado de tu amistad y de estas bellas palabras

    Saludos y bendiciones

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  2. Agradezco estas palabras de reflexión en momentos tan diferentes a la vida ordinaria antes de la pandemia.
    La sabiduría compartida es un don de Dios.
    Gracias.

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  3. Conozco el trabajo de Mario Gluzman sobre Emmanuel desde su primera publicación y hasta el día de hoy no he podido expresar una opinión definitiva, porque cambia en la misma medida que cambiamos, nos acompaña a lo largo del camino de la vida, siempre nuevo, siempre fresco, siempre vigente, siempre igual en el transfondo y siempre diferente, segun la circunstancia y la necesidad del momento.

    Gracias querido Mario por toda una vida dedicada a la tarea auto-impuesta de hacernos crecer en el camino de la Luz hasta convertirnos en guerreros inseparables el Ella!

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