¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

Inteligencia Emocional

¿Cómo obtener Inteligencia Emocional?

En nuestra vida cotidiana usamos vocablos de una forma tan natural como si formaran parte de nosotros.

Muchos de estos vocablos nos lo traen estudios de sicología como la ansiedad, autoestima, depresión, conflictos traumáticos.

Encontrándose tan arraigados en nosotros que podemos llegar a pensar que son las respuestas a nuestras situaciones muchas veces irracionales de nuestra existencia y de hecho no es el caso.

Es a partir del año 1995 que se comenzó a hablar sobre la Inteligencia Emocional siendo que ya muchos autores hablaban de ella desde hace muchos años donde se plasmó en libros literarios, en
artículos de siquiatría y en tesis doctorales.

Pero no fue hasta que el sicólogo y periodista Daniel Coleman lo popularizó mediante su libro con ese
mismo título que lo convertiría en un Best Seller para el beneficio de millones de personas en el mundo.

Daniel Coleman y la Inteligencia Emocional

La historia en lo que concierne al conocimiento humano se divide en dos secciones, la que se ha desarrollado en el ámbito científico y la que se ha tenido fuera de las aulas de clases universitarias.

Es muy común encontrar descubrimientos que podrían mejorar las condiciones humanas en áreas de salud y bienestar y nunca se han considerado para llevarlas a la práctica y menos en la enseñanza universitaria.

Este tipo de conocimiento cala en la vida de la gente de forma estrepitosa como agua fresca de manantial mientras cruzábamos un desierto.

«El saber no es el cociente intelectual el que nos ayuda en el desempeño de nuestras actividades, sino la inteligencia emocional la que nos da una mejor vivencia en la sociedad.»

Hoy en día es mas listo el que gestiona bien sus emociones que el que aprende un oficio, idea muy atractiva para la gente común, de hecho las universidades se ven en problemas al tratar de definir este concepto.

Las emociones y la Inteligencia Emocional

Emociones e Inteligencia Emocional

Hoy en día la mayoría de los mortales están de acuerdo que las relaciones interpersonales y las emociones van de la mano e influyen de manera categórica en nuestras vidas, sólo faltaba un ingrediente que los uniese y es entonces cuando Coleman nos trajo la fórmula mágica con la Inteligencia Emocional.

En sus enseñanzas nos dice como funcionar y desarrollarla, dejando de lado la enseñanza tradicional de inteligencia que se medía en un test de inteligencia.

En su lugar tenemos una metodología moldeable y ampliable en vez de un número rígido y poco modificable.

Algunos han tratado de explicar como ocurrió este despliegue de difusión que ha conseguido en poco tiempo entrar en nuestras mentes y corazones tanto en el ambiente familiar como en el ambiente
empresarial, habiendo hoy profesionales enseñando estas técnicas en todos los niveles, aumentando así la falta de conciencia emocional.

Este concepto vino para quedarse y formar parte de nuestra vida cotidiana.

Este fenómeno ha estado acompañado en un desacuerdo entre la gente común y las ciencias convencionales, asunto que ha sido común denominador entre los investigadores, que han tenido serios problemas al tratar de definir este concepto, asunto que ha recibido innumerables críticas que el sector no sabido afrontar.

Como tantos saberes a través de la historia, es el tiempo el mejor aliado para la aceptación de ideas que aparentaban descabelladas y ridículas.

Muchos defensores de ideas antiguas han tenido que doblegar su orgullo y empezar a realizar estudios contemplando las ventajas que propone, de las cuales podemos citar: mejoras en el ámbito de la salud, el laboral, de nuestros líderes, en la creatividad, análisis de situaciones y toma de decisiones.

Aún existen grupos de resistencia que defienden que este nuevo tipo e ideas no contribuye con ningún beneficio a lo existente en las ciencias ortodoxas.

Mientras los expertos tratan de llegar a un consenso, la aceptación para el crecimiento personal y laboral sigue desarrollando este concepto sin darle mayor importancia a lo que los expertos dicen o dejan de decir en su indefinido debate científico.

Lo cierto es que se ha comercializado de forma exitosa sin considerar su estudio en mayor profundidad, en la práctica muchos conceptos que han calado en nuestras vidas y nos benefician, quizás nunca nos hubieran llegado ante un estudio que nunca termina.

Sentimientos y pensamientos

Sentimientos y Pensamientos

Daniel Coleman en su Best Seller «Inteligencia Emocional» nos dice:

«Primero los sentimientos, luego los pensamientos».

En esencia la mente racional realiza un trabajo más arduo que la mente emocional respondiendo ante cualquier situación, siendo que el primero en reaccionar es el corazón en vez de la cabeza.

Sin embargo hay otro tipo de reacción emocional un poco mas lenta que viene de nuestros pensamientos, es una reacción más consciente y aprendida, siendo ampliamente valorada ya que determinan la clase emociones que se presentarán.

Se hace un examen de la situación y se reacciona ante ella conscientemente, como lo explica Coleman en su libro: «El desconcierto o el miedo ante un examen».

Se analiza un poco más y realiza una reacción más adecuada a la circunstancia en contraposición a la respuesta rápida a los sentimientos que van en paralelo con los pensamientos.

La reacción rápida está asociada a temas de supervivencia que es la función principal de nuestro subconsciente, son reacciones de urgencia que están fuera del rango de nuestras decisiones.

La reacción más lenta nos permite controlar el evento que nos suceda y como reaccionar ante las eventualidades, haciéndonos dueños de nuestros sentimientos, llevándonos a tener una mejor relación con las demás personas.

Es pasar de ser personas reactivas a personas más reflexivas.

En la manera que cada uno de nosotros reflexionamos sobre nuestras reacciones vamos aprendiendo a controlarlas e ir domando ese caballo salvaje que tenemos en nuestro ser interior y sólo serán pocas excepciones que no podremos del todo controlar, por ejemplo cuando estamos furiosos, tristes, etc.

Coleman termina su libro indicando:

«Aunque pueda parecer evidente que cada emoción responde a una determinada pauta biológica, este hecho ha pasado inadvertido para los estudiosos de la psicofisiología de la emoción. Todavía sigue abierto el debate sobre si todas las emociones provocan idéntica excitación emocional o si cada una de ellas responde a un patrón especifico. Sin entrar en mayores detalles sobre esta polémica, mi propia posición se almea con quienes afirman que existe un perfil biológico característico de cada una de las principales emociones.»