«¡Quién puede pretender amar para siempre aquí,
si nadie vive para siempre!»

¿Te has preguntado

si realmente conociste el amor?

Mensaje dirigido por Emmanuel…

Amado Ari:

Sí, es a ti a quien me dirijo.

¡Cómo duele decir adiós!

Pero la despedida
es siempre parte de la bienvenida.

Apenas llegamos y ya está pautado el adiós.

Pero entre amigos que se aman,
entre hermanos en La Luz como nosotros,
es sólo un leve tránsito, un cruzar el río en una barca
que muy pronto nos llevará a todos.

Sólo duele el adiós,
cuando la brisa que mueve la barca
está llena de miedo.

Cuando no dejamos en la orilla las viejas vestiduras
y nos vamos cargados de frustraciones, de anhelos,
de deseos no satisfechos.

Cuando el viaje lo hacemos pensando únicamente
en aquellas cosas que dejamos de hacer
y no en las que hicimos.

¿Qué crees tú, amado mío, que es el hombre?

¿Acaso piensas que es más que la brisa que riza el lago
o que la hoja que cae del árbol
o que la nube que se disipa en el viento?

¡Si piensas así, tienes razón!

¡El hombre es mucho más!

Pues es reflejo de La Luz Creadora,
no se disipa ni se pierde en el viento como una nube,
ni se vuelve polvo toscamente como la hoja seca.

Se eleva, trasciende, enfrenta La Luz, vuelve a ella
o va a otro rayo desde donde ilumina al mundo intemporal
ayudando a aquellos que buscan en sombras.

Sí, ya sé que piensas que has dejado muchas cosas por hacer
y que renunciaste voluntariamente
a muchísimas circunstancias naturales de la vida
por llevar y dar ejemplo de cordura, pureza y misticismo.

Ahora, al enfrentar el fin de éste ciclo, consideras que esto
fue injusto y que quizás pudiste vivir en forma diferente.

Que esperaste inútilmente una revelación, un hecho
que te diera fe de que hacías lo correcto, una señal, en fin…
tantas cosas que no llegaron y que hoy te hacen dudar.

Querido mío: ¡Claro que has hecho lo correcto!

Nada hay en este mundo que haga uno de mis hermanos
en mi nombre y con fe,
que no tenga un hermoso aroma a flores para mí.
Sé que has creído firmemente
y que tus flaquezas han sido muchas,
pero las has sobrellevado gallardamente
y lo más importante aún,
con la fe íntegra de quien se sabe en lo correcto.

Sé que temes a lo inesperado, a esa frontera desconocida.

Pero dime:

Si de veras me amas tanto y confías tanto en mí…

¿Por qué debes temer?

¿Acaso no sabes que muchos que realmente te amamos
deseamos verte una vez más?

Y lo más importante:

¿Acaso no sabes que yo te estoy esperando en La Luz,
para darte al fin esa señal,
ese abrazo amoroso y fraternal
que has esperado tanto tiempo?

Déjate llevar amablemente, hermano mío,
como la gota que ingresa al río.

Déjate pasar amablemente, une tu gota de amor vivo
a mi río de agua viva y vayamos juntos al encuentro
del dulce océano del amor eterno que te aguarda.

Quizás no hayas logrado el inmenso cambio
por el que laboraste apasionadamente durante tu vida,
pero has sido faro en la oscuridad
para tantos que han acudido a ti
con sus lámparas apagadas y su fe quebrantada
y que han salido renovados y preparados
para continuar el arduo camino que escogieron.

A mí mismo me acogiste en cada hermano que dudaba.

A mí mismo me aconsejaste en cada hermano aturdido.

Tuviste tantos hijos sin tener que engendrarlos,
pues un hijo siempre recibe de sus padres la sabiduría
y ellos la recibieron de ti.

Ahora es el momento de que tomes mi mano realmente
y deposites toda tu confianza en mí.

Comparte tus temores conmigo, tus flaquezas,
tus dudas, tus terrores y tus frustraciones.

Mi alma es tan grande que podrá con ellos
y los convertirá en nuevas flores que perfumarán tu aliento.

Antes que temer, ama.

Ama ahora con más fuerza.

Cree, cree ahora más que nunca.

Deshazte de esa ropa vieja y gastada que vistes
y vuelto Luz, vuela a mi Luz amorosa que te espera.

¿Te has preguntado si realmente conociste el amor?

Y yo te digo que no, que lo vas a conocer ahora.

Lo vas a vivir y lo más importante,
vas a ser parte del amor más grande,
el único amor eterno que existe.

¿Quién puede pretender amar para siempre aquí,
si nadie vive para siempre?

Pero cuando eres Luz, no conoces el amor,
pues te vuelves amor.

Mi amor, el amor sin límites
que aguarda a los seres particulares como tú.

Te espero amorosamente hermano.

Tuyo,

Emmanuel.

La vida es un laberinto.

Pero los iluminados conocen la salida.

José Narosky

Deja un comentario